Políticas públicas, ¿para qué?

El verdadero norte de un gobierno es presentar las soluciones a los problemas ya existentes; de paso prevenir otros que pudieran llegar con el tiempo. Por tanto, no debería ser una tarea que se base exclusivamente en el heroísmo o el carisma de los políticos, sino que el pueblo demande los resultados de sus gestiones.

Las políticas públicas determinan en gran manera la calidad de vida de los ciudadanos. Son la ciencia en acción que le dan forma a cada uno de los aspectos de nuestra calidad de vida. El diseño, adopción, implementación y ejecución de políticas públicas incluye una variedad de actores como: gobernadores, partidos políticos, legislaturas, universidades, organizaciones, sindicatos, iglesia, sector privado y ciudadanos.

Joan Subirats, catedrático del Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Barcelona, define de forma muy abarcadora en su texto Análisis y gestión de políticas públicas como; “una serie de decisiones o de acciones, intencionalmente coherentes, tomadas por diferentes actores, públicos y a veces no públicos cuyos recursos, nexos institucionales e intereses varían a fin de resolver de manera puntual un problema políticamente definido como colectivo. Este conjunto de decisiones y acciones da a lugar a actos formales, con un grado de obligatoriedad variable, tendentes a modificar la conducta de grupos sociales que, se supone, originaron el problema colectivo a resolver, en el interés de grupos sociales que padecen los efectos negativos del problema en cuestión”.

Su aportación a la estabilidad política y gobernabilidad no está en duda. Todo lo contrario, tienen utilidad de valor y por tanto empírica que favorece mejores rendimientos en el ejercicio del Poder democrático y la solución de problemas.

Un gran ejemplo sobre la importancia de estas fue el manejo de la emergencia del huracán María que la falta de logística trajo como consecuencia miles de decesos, falta de datos confiables, mal manejo de los recursos y hoy día hay hogares que aun tienen un toldo azul como techo. El pasado manejo del COVID-19 en Puerto Rico, que bien tuvo muchísimo tiempo para prepararse y hemos visto los decesos, aumento en desempleo, impacto en la salud mental, quiebras, hambre; entre otros. 

Luis A. Avilés, quien se desempeñó como miembro de la Junta de Directores del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico establece en su libro Contra la tortura de los números y parafraseo “que un gobierno ilustrado fortalecería el uso correcto de los datos científicos para el bien colectivo; particularmente el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico”.

En conclusión, el estado no tiene un norte definido; lo estamos pagando día a día con crisis en distintas áreas que se acumulan y el verdadero apocalipsis estará a la vuelta de la esquina. El gobierno de Puerto Rico necesita culminar la improvisación, dejar de justificar todo con que “es la primera vez y nadie estaba preparado para esto” y comenzar a jugar para grandes ligas, porque los verdaderos líderes anticipan problemas, son proactivos y presentan soluciones sensatas y reales.

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